Reírse mucho, algo que te hace tanta gracia que no puedes dejar de reírte.

"Tío, ayer me desperté tempranísimo y sin querer salí de casa en calzoncillos, se me olvidó ponerme los pantalones. ¡Jaja... me parto el culo contigo, tío, eres un caso!"

Reírse de forma tan intensa que parece que el txakoli corre por tus venas, llevándote a una semana grande de carcajadas.

"Patxi se marcó un chiste tan bueno que terminamos partidos del culo, cantando zortzikos al viento con un Jägger en la mano."

Reírse tanto que sientes cómo cada vez que exhalas estás liberando una geganta miniatura al servicio de... ni tú lo sabes, pero madre mía Putin. Acabas para 50 números Sabadell Comedy Zapp con patrocinio cósmico extraterrestre.

"Estás en plena castanyada cuando el Albert citó por error ese chiste del monky bailongo devoto al bacalao hardcore islandés y pa' remate rojiblanco ¡ayah! Nos partimos el culo iluminando la fuente de Montjuïc a tempo català epiblástiquistico."

Reírse de forma tan inesperada que acabas soltando lo que tienes en las manos, incluyendo si es líquido. Risibilidad extrema sobrevenida.

"Estábamos echando la tarde en el parque, Carlos contó la del loro y Spiderman, ¡y Mari se partió el culo tanto que escupió todo el refresco encima de Antonio! Él terminó oliendo a piña colada."

Reírse tan fuerte que sientes que has convocado una fiesta zombie, capaz de hacer bailar hasta los cuadriculados asfaltos santiaguinos.

"Cuando el Pepe aparece con su baile líder de la U, ya coronado como estrella del 'corpse funk vogue', ¡mi alma se desternilla! ¡Wena, loco, casi me parto el culo de la risa en La Calera!"

Reírse tanto que parece que te vas a romper de la risa.

"En el mercado, monté una conspiración sobre aguacates jurásicos y terminamos todos partiéndonos el culo. Casi me muero de la risa mientras Rafa intentaba limpiar mis lágrimas con un truco de magia."

Reírse a tal punto que tus ojos empiezan a sudar y piensas que es hora de considerar la comedia como cardio, porque ya notas agujetas en todo el cuerpo.

"Macho, el otro día en la paella que organiza mi prima, Julián se puso a imitar al gatito del meme llorón mezclando acento ruso. ¡Vamos! Que terminamos todos partidos del culo y mi mandíbula aún no tiene ganas de volver a funcionar correctamente."

Reírse tanto que sientes como si estuvieras volando en un coche destartalado por el 9 de Julio, mientras las sacudidas te unen a un tango improvisado con payasos de transitado frigorimax. Tu cuerpo empieza a cometer divinas rebeldías típicamente porteñas.

"Che, ¿te acordás cuando Luis cantó reggaetón al contrario enfrente del Obelisco? Me partí tanto el culo que ya andaba creyendo ser parte de una milonga mezclada con karaoke coreano."

Reírse tanto que no puedes parar, como si fueras la estrella de un espectáculo cómico, soltando carcajadas sin control.

"El primo Dani intentó cortar el pan al estilo canario y parecía un pulpo con seis manos. ¡Chacho! Nos reímos tanto que nos partimos el culo tarareando 'Bamboleo' a más decibeles que una tele en fin de año. Fue una escena para la historia."

Reírse tanto que tu risa alcanza latidos ultrasónicos, provocando una sinfonía rica en jamones y bellotas capaces de abrir las puertas de cualquier finca extremeña.

"En plena matanza, Pedro mostró su habilidad vocal del secador narigudo transformándola en trompeta miltar hipatilón – pero chacho súmale, que nos partimos el culo emulando jotas a saco hondeanndo lonchas."

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