Cómo descubrí a los Magikitos

De dónde nace esta locura

Vivimos en un mundo que va a mil por hora. Todo es urgente, todo es perfecto, todo es... agotador. Yo necesitaba encontrar un refugio, algo que me devolviera la paz. Y lo encontré en lo más simple: crear con las manos.

Empecé a hacer estos pequeños seres de porcelana fría y vellón de oveja casi sin darme cuenta. No tenía un plan maestro ni buscaba montar un negocio. Solo quería crear, desconectar, encontrar calma. Y poco a poco, estos bichillos cobraron vida propia.

Cada Magikito que nace lleva un pedacito de esa paz que yo encontré. Y compartirla contigo... pues esa es la magia de verdad.

Carmen creando Magikitos en su taller

Lo que mueve a los Magikitos

Paz y Calma

Crear con las manos es mi forma de encontrar paz en el caos. Cada Magikito nace desde la calma.

Naturaleza

Cada pieza lleva trocitos del bosque: musgo, ramitas, piedrecitas. La naturaleza es parte de su esencia.

Autenticidad

Nada de moldes ni producciones en masa. Aquí todo es hecho a mano, único e imperfecto. Como la vida misma.

Mensajes Positivos

Los Magikitos traen alegría, compañía y un recordatorio de que la magia está en las pequeñas cosas.

Mi misión

Quiero que cada Magikito que llega a tu casa te traiga un momento de paz, una sonrisa, un respiro en medio del día. Quiero recordarte que está bien parar, que está bien buscar la calma, y que a veces, un pequeño duende de porcelana es justo lo que necesitas para conectar con la magia que ya llevas dentro.

Cómo nacen los Magikitos

Proceso de creación de un Magikito
Carmen con Magikito grande

Cada Magikito nace de mis manos, con porcelana fría o vellón de oveja, elementos naturales que recojo yo misma y un montón de cariño. No hay dos iguales. Nunca. Y esa es justamente su magia.

Mi viaje con los Magikitos

Carmen con un Magikito en blanco y negro

El primer Magikito

No recuerdo exactamente cuándo nació el primer Magikito. Fue más bien un proceso de descubrimiento: un día estaba modelando porcelana fría, y de repente, ahí estaba. Con su sonrisa pícara y su musgo en la cabeza.

No tenía nombre. No tenía historia. Solo era un pequeño ser que me miraba desde la mesa de trabajo y parecía decirme: "Hola caracola, soy tu nuevo compañero de taller."

Y así empezó todo.

La evolución del arte

Al principio, mis Magikitos eran... bueno, digamos que tenían personalidad, pero les faltaba técnica. Con el tiempo, aprendí a trabajar mejor la porcelana, a encontrar el musgo perfecto, a dar vida a cada carita.

Pero lo más bonito no fue mejorar técnicamente. Fue descubrir que cada Magikito tenía algo que decir, una vibra única. Y mi trabajo era simplemente ayudarlos a salir al mundo.

Carmen con un Magikito en la naturaleza

Momentos especiales con adoptantes

Lo que más me llena el corazón es cuando alguien me cuenta cómo su Magikito le hace compañía. He recibido mensajes increíbles:

  • "Mi Magikito me ayuda a concentrarme mientras trabajo desde casa."
  • "Lo llevo conmigo en todos mis viajes. Ya tiene más fotos que yo."
  • "Mi hija habla con él todas las noches antes de dormir."
  • "Es el mejor compañero de meditación que he tenido nunca."

Eso es lo que hace que todo esto tenga sentido. Ver cómo estos pequeños traviesos traen alegría a la vida de otras personas.

¿Quieres conocer a los Magikitos?

Cada uno tiene su propia personalidad y su propia historia. Descubre cuál conecta contigo.

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