No, no es un árbol ni una fruta. En Cundinamarca y en buena parte de Colombia, guayabo es la resaca brutal que te da después de una noche de trago duro. Es ese combo de dolor de cabeza, sed infinita, arrepentimiento selectivo y promesas falsas de no volver a beber. Y hay que admitir que el nombre suena hasta tierno para lo que se siente.
"Parce, anoche nos bajamos media botella de aguardiente y hoy tengo un guayabo tan berraco que ni el caldo de costilla me resucita, me toca quedarme tirado viendo series todo el día."
Estado físico y emocional de resaca después de una noche de fiesta intensa. Es un combo de dolor de cabeza, arrepentimiento y promesas rotas de nunca más beber.
"Ayer celebré mi cumpleaños a lo grande, pero hoy tengo un guayabo que hasta mis cactus se ven borrosos."
La resaca que te hace replantear todas las decisiones de la noche anterior, cuando te pasaste de tragos y al otro día ni el café te salva.
"Parce, anoche en la fiesta nos fuimos hasta abajo, y hoy tengo un guayabo que ni me puedo parar del sofá."
En la Costa Caribe, tener guayabo es estar vuelto nada después de una farra pesada. Es la mezcla de resaca, arrepentimiento y ganas de no existir mientras el ventilador da vueltas. Te duele la cabeza, el alma y hasta los recuerdos de lo que hiciste anoche, y uno jura que no vuelve a beber, aunque casi nunca cumple.
"Mano, amanecí con un guayabo tan berraco que hasta el perro me ladra bajito para no hacerme explotar la cabeza."
Esa sensación de resaca física y emocional después de una noche épica, donde además extrañas a alguien o algo que se quedó en la fiesta.
"Después del rumbón de anoche, hoy tengo un guayabo más grande que el Lago de Maracaibo."
Esa sensación horrorosa que te queda después de una rumba legendaria, cuando el trago hizo de las suyas y te despiertas con un amigo nuevo llamado dolor de cabeza.
"Parce, no me hables duro, estoy en modo guayabo total después de la rumba de anoche."