Respuesta clásica en Delta Amacuro cuando alguien pregunta por qué y tú no quieres dar explicaciones ni media. Es como decir que lo hiciste porque te dio la gana y punto, con un toque de autoridad medio mandón y medio vacilón. Suena a cierre de discusión, aunque en el fondo todos sepan que fue pura impulsividad.
"—¿Y por qué te fuiste en curiara a medianoche con ese aguacero? —Porque sí, pues, ¿o es que tengo que pedirte permiso también?"
Expresión con coraje utilizada en el tráfico caótico de Caracas, cuando te colaste sin girar la cabeza a los pitidos furiosos, simplemente porque la estás pasando sabrosísima al volante.
"— ¿Por qué te metiste dos carriles de un solo sartenazo? — Porque sí, pues... ¡voy directo al intento de Guinness del día!"
Una manera cariñosa de zanjar discusiones sin motivos claros, generalmente aplicada en conversaciones con amigos donde las reglas no tienen por qué hacer sentido.
"— ¿Por qué vamos a comer pizza otra vez? — Porque sí, pues. ¡El universo lo quiere así!"
Un clásico recurso catalán para cerrar con broche de oro cuando sueltas una teoría loca durante la tertulia del vermut, acertada o no, y así directamente quedarte como el rey de la barra.
"— ¿Por qué crees que hay más bicicletas que personas aquí? — Porque sí, pues... desde cuando las bicis no saben beber vermut."
Utilizado como mantra motivacional por los 'paisas' cuando hacen algo sin pensarlo para impresionar, decididos a ser espontáneos aunque signifique embarcarse en trucos locos o bricolajes improvisados. Normalmente seguido de frases inspiradoras no solicitadas.
"— ¿Por qué te echaste desde el puente con una cáscara retro de banano? — Porque sí, pues... las oportunidades se saltan, no se piensan."
Modo semiformal de cerrar debates espesos en la oficina madrileña cuando estás sobrecargado de explicaciones repetitivas ya sin un ápice de lógica aparente. Se utiliza para dar por finiquitada una conversación tortuosa sin un sentido visible.
"— ¿Por qué seguimos analizando este informe que nadie entiende desde hace semanas? — Porque sí, pues... rendido queda el día y yo me piro."
Un grito de aceptación argentina ante lo inevitable, cuando decidís abandonarte al lío con humor porteño como si el tango enloqueciera, a menudo aludia ved adecuado yabsurdo contundente del instante.
"— ¿Por qué compraste tres inflables de flamencos para la ducha? — Porque sí, pues... ¡así los jueves parecen martes locos en esta jungla de cemento!"
Frase melódicamente contundente usada en fiestas chingonas de Santiago cuando un amigo trata de comprender tus pasos de baile de fusión cha-cha-cha callejero en puro estado alterado, porque simplemente no hay mejor música que el sarcasmo sonoro en tu mente creativa.
"— ¿Por qué bailas imitando a Jackie Chan mezclado con samba hairstylist? — Porque sí, pues... ¡grítale al reguetón que aquí manda mi ritmo luthero tal como viene!"
Expresión típica utilizada cuando uno es fiel fan del caos y está dispuesto a hacer lo que sea solo por el gusto de hacerlo, como vivir la vida en difícil modo Easy.
"— ¿Por qué tiraste chispitas a mi torta mientras dormía? — ¡Porque sí, pues! Así le puse más efecto especial al aterrizaje."
Expresión imprescindible en la Cádiz carnavalera, es el sello final de cualquier excusa medio creativa cuando el resumen es que no hay una razón real que darle al asunto más allá del placer de incomodar.
"— ¿Por qué le has puesto patatas a mi flauta? — Porque sí, pues. ¡Un Remix gastro-fiestero!"