Expresión muy de pueblo para decir que vas a mear, pero con gracia. Es como hablar de ir al baño sin ponerse fino, en plan de andar por casa. La imagen es tal cual, como si fueras a regar el jardín, pero el jardín eres tú. Suena guarro, pero también muy campechano y tiene su encanto.

"Tira tú pidiendo las rondas, que voy a echar un riego antes de que me explote la vejiga y acabe montando aquí una riada manchega."

Usado para cuando uno va a la playa o piscina y se da una refrescante zambullida en el mar o en el agua, idealmente con algo de estilo.

"Con este calorazo, me voy con los pibes para Las Teresitas a echar un riego y quedarme frita al sol después."

En la tacita de plata, 'echar un riego' se ha convertido en el acto amigable de solventar cualquier pequeño conflicto con un brindis de cerveza frío en mano. Esto va de que chismes y sacudidas acaben con sonrisas espumosas y palmas gaditanas.

"Tenía pique con Elena por la última vez que no le contesté al teléfono, pero nada que no pueda arreglarse echando un riego con unas cañitas en La Viña."

En las tierras valencianas, 'echar un riego' es lo que dices cuando te das una pausa en el trabajo para ir a la terraza y tomarte una horchata mientras haces un descanso de todo el caos laboral. El brebaje sagrado para recuperar pilas bajo el sol mediterráneo.

"Tío, llevo mil correos contestados hoy, ¿nos echamos un riego en la terraza con horchata y fartons para refrescarnos antes de seguir?"

En los barrios porteños, 'echar un riego' significa ir al boliche a 'regar' la pista con tus mejores pasos de baile. Es toda una faena para brillar en la noche urbana.

"Este finde pienso echar un riego en el Club Shampoo hasta que me duelan los pies de tanto bailar."

Frase coloquial usada en Mérida para referirse a ir al baño o hacer una pausa urgente por necesidades fisiológicas.

"Espérame tantito, compa, que voy a echar un riego antes de seguir con la plática."

En Bilbao, 'echar un riego' es la excusa para llevar a toda la cuadrilla al Txoko y despilfarrar sidra como si no hubiera mañana. Aquí el riego viene con chistorra, risas y un repaso a las penurias semanales con solemnidad vasca.

"Se me rompió el coche otra vez, pero viendo lo que me espera esta noche en el Txoko echando un riego... ni me importa; ¡a mostrar musculito y celebrar entre tragos!"

En Galicia, 'echar un riego' se refiere al momento perfecto para desconectar del día con una buena charla en la terraza mientras cae alguna que otra galerna. Es el momento ideal para sembrar rumores o risas al fresco.

"Vamos a la casa de Manolo, que con la brisilla de hoy está guapo para echar un riego y sacarle punta al día."

En Sevilla, 'echar un riego' es el arte de colarse entre las multitudes de la Feria de Abril con tu traje de flamenca o sevillana y soltarte como si fueras María Jiménez en pleno escenario. Da igual donde acabes, lo importante es salvar el día llorando Sevillanas por amor.

"Esta noche vamos a echarnos un riego en El Real, que personaje nuevo yo hasta Rivera he regalado recuerdos con una copla de fondo."

En Madrid, 'echar un riego' es una expresión para cuando te acomodas en un banco del Retiro con churros y chocolate caliente, empapándote en charlas profundas sobre fútbol, política y cotilleos intensos. Una manera castiza de decir que vas a compartir tiempo agradableamente improductivo.

"Chaval, después de la siesta quedamos a echar un riego por el Retiro... churros pa’ cuatro y filosofía cáustica hasta que se ponga el sol."

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