Se usa para describir cuando alguien anda por la vida relajado, sin afán y sin preocuparse mucho por nada, como velero dejándose llevar por el viento. Es esa vibra de caminar despacio, pensar poco en el futuro y disfrutar el momento. A algunos les parece irresponsable, pero hay que admitir que suena bastante sabroso.
"Mirá a Jairo allá, velereando por el parque, sin plata, sin trabajo fijo y aun así más tranquilo que un berraco, solo parchado sintiendo la brisa en la cara."
En Lara se usa para hablar de salir a dar vueltas sin rumbo fijo, como un velero que va donde lo lleve el viento. Es irse a caminar, mirar vitrinas, chismosear un poco y despejar la cabeza, sin un plan serio ni horario. Básicamente es escaparse un rato de la rutina, y la verdad es que provoca bastante.
"Chamo, estoy saturado de tanta reunión, voy a velerear por el centro, a ver si me consigo a alguien y se arma una conversa con cafecito y chisme fresco."
Inspirado en el movimiento suave y curioso de un velero, este verbo se aplica a la costumbre de alguien que anda explorando el chisme del día con tal sutileza que parece no tener rumbo fijo.
"Ese Juan está todo el día velereando por el barrio; si quieres enterarte de algo, pregúntale a él."