Se usa cuando alguien vuelve todo achicado después de hacer el ridículo, perder feo o quedar en evidencia. Va con esa vibra de perro que sabe que la ha cagado y ni mira a los ojos. Es como decir que la persona regresa humillada, sin ganas de hablar y tragándose todo el humo que vendió antes.

"El compadre juraba que iba a ganar la carrera en la fiesta patronal y al final llegó último, todo jadeando, con el rabo entre las piernas y sin querer ni mirar a la gente del barrio."

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