Cuando te cobran una millonada por algo que no lo vale, dejas el hígado en la cuenta.

"Fui a comprarme un café al centro y me pegaron el medio tarifazo, casi pago con un riñón."

Se usa cuando alguien te quiere cobrar carísimo algo que no lo vale, como si te estuvieran viendo cara de turista despistado. Es ese momento en que mirás la cuenta y pensás que te están metiendo la mano al bolsillo con una sonrisa. Y sí, da rabia pero después da risa contarlo.

"Fui al mercadito del centro y casi me da un infarto, la caserita me quería clavar tremendo tarifazo por un juguito y dos salteñas frías."

Cuando subís a un taxi y el taxista te manda la tarifa como si estuvieras pagando el rescate del Titanic.

"¡Ayer tomé un taxi hasta Trelew y me clavaron un tarifazo de esos que te dejan con ganas de hacer dedo!"

Fenómeno que experimentan los porteños cada vez que llega una cuenta de servicios con un aumento que hace llorar hasta a las gárgolas del Congreso.

"Che, María, ¿viste el tarifazo de la luz? Parece que ahora cobramos en oro o algo así."

Se usa cuando te cobran un precio desorbitado por algo que no debería costar tanto, dejándote el bolsillo en la ruina.

"Fui al mercadito y me cobraron un tarifazo por unas arepas; creo que hasta el queso lloró de la tristeza."

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