Se usa en Venezuela para hablar de la resaca asesina del día siguiente, cuando te levantas hecho polvo, con la boca seca, la cabeza explotando y el cuerpo pidiendo auxilio. Es ese estado post-rumba en el que juras que no vuelves a beber, aunque todos sabemos que es mentira y que el próximo fin te lanzas otra vez.
"Hermano, quedé tan enguayabinado después de esa rumba en Margarita que ni el sancocho, ni el agua de coco, ni tres cafés me levantan del sofá."