Pasta, lana, dinero o cómo quieras llamarle a esos papelitos que siempre vuelan y nunca regresan.
"No puedo ir por las chelas porque estoy sin feria, pero te juro que invito la próxima."
Forma bien tamaulipeca de referirse al dinero, porque siempre anda escurridizo como las fichas en un parque de atracciones.
"Ahorita no puedo ir al cine, ando sin feria desde que pagué el taco gigante."
En Guerrero, 'feria' se usa para referirse al dinero, ya sea una pequeña cantidad o una gran suma.
"¿Qué onda, compa? ¿Traes feria pa'l taco o nos quedamos en blanco?"
No estamos hablando de caballitos ni de algodón de azúcar. En Antioquia, 'feria' es simplemente una forma bacana y coloquial de decir dinero, plata para el bolsillo.
"Parce, ¿me prestás un poco de feria pa'l chunchurria? Ando embalado."
En Lima, cuando alguien habla de la feria no está pensando en juegos mecánicos ni en algodón de azúcar, sino en dinero contante y sonante. Es la plata del día a día, los billetes y monedas que salvan el almuerzo, el pasaje o la chela. Básicamente, si no tienes feria, te toca mirar nomás y rezar por fin de mes.
"Oe causa, estoy misio, ¿no me prestas un poco de feria pa' la chela y unos anticuchos en el parque?"
En Perú, feria es la plata en efectivo, esos billetes y monedas que vuelan más rápido que chisme en combi. Si alguien dice que no tiene feria, está oficialmente misio, sin un mango. Es la típica palabra que sale cuando toca pagar la chela, el menú o el pasaje y el bolsillo suena más vacío que estadio en tercera división.
"Oye causa, préstame un toque de feria para el pasaje, que estoy más misio que payaso sin nariz y el cobrador ya me está mirando feo."