Se usa para describir el guayabo brutal después de una noche de trago y desorden, cuando la cabeza te retumba, el estómago protesta y el alma se arrepiente. Es la resaca paisa de ley, esa en la que juras que nunca más vuelves a tomar, aunque todos sabemos que es pura carreta.

"Parce, quedé tan enguayabado después de la rumba en Armenia que ni el caldo de costilla, ni la Pony malta, ni el sudado de la abuela me revivieron."

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