En Moquegua encargar es pedir con anticipación algo en la bodega o en la tienda para que te lo reserven, sobre todo cuando se viene fiesta o reunión. Es como asegurar la chela, el hielo y el piqueo antes de que se acabe todo. Suena formalito, pero en realidad es pura estrategia para no quedarse seco.

"Oye, flaco, anda a la bodega de la esquina y encarga unas chelas bien helenas y un par de gaseosas, que en la noche se arma la juerga brava en mi jato."

En la Región de Los Lagos, en el sur de Chile, encargar no es solo pedir un favor o dejar una tarea. También se usa para decir que alguien se puso de novio o empezó una relación más formal, como cuando ya están pololeando en serio. Suena raro si no eres de allá, pero tiene su encanto sureño.

"Oye, cachai que después del carrete en Frutillar me encargué con la Marisol, así que ya no ando webeando por ahí, ahora estoy formalito."

En Aragua, encargar es pedirle a alguien que te traiga o te compre algo, casi siempre con confianza y un toque de viveza criolla. No es solo hacer un pedido, es soltarle la misión al pana y esperar que cumpla. A veces hasta se encarga fiado, porque la fe en el broder es infinita, aunque a veces falle.

"Epa, cuando bajes pa' Maracay encárgate unas malta y un par de empanadas, que aquí en el barrio no se consigue ni el hielo, mi pana."

En Nariño encargar es pedirle a alguien que te cuide algo, que le eche ojo y responda por eso como si fuera suyo. Puede ser la casa, los animales, una huerta o hasta el negocio mientras te ausentas. Es como ponerle guardaespaldas nariñense a tus cosas, y la verdad da una tranquilidad sabrosa.

"Veci, le encargo la casa y las gallinas mientras bajo al pueblo, que por acá cualquier rato se aparece el vivo y se lleva hasta la ropa del alambre."

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