En Cuba bregar es fajarse con la vida, meterle ganas a algo aunque todo esté en contra. Es trabajar duro, resolver mil problemas y no rendirse aunque el calor, la cola y la guagua llena te quieran tumbar el ánimo. Es como decir que uno está en la lucha constante, y hay que admitir que la palabra tiene su tumbao.

"Asere, si quieres irte pa' alante en este país tienes que bregar duro todos los días, porque aquí nadie te va a regalar ni un peso."

Participar constantemente en la lotería nacional con la esperanza de ganar, mientras sueñas despierto con lo que harías si te tocara un buen premio, justo antes de frustrarte porque nunca sale tu número.

"Mi abuela lleva años bregando con el gordo; dice que cuando le toque, nos mudamos todos a un lugar donde ni el Renacimiento pueda encontrarnos."

Significa esforzarse mucho o trabajar duro para conseguir algo, pero también se usa para describir cuando estás lidiando con un lío de aquellos.

"Ayer me pasé el día bregando con el carro que se apagó en plena avenida. ¡Esto es pa' volverse loco!"

Esforzarse mucho en algo, a veces sin mucho éxito, como cuando intentas convencer a tus amigos de que la salsa más picante no te afecta, mientras sudas como un río tropical.

"Ayer estaba bregando en la taquería y casi me derrito cuando le puse una tremenda cucharada de esa salsa infernal; eso sí, seguí diciendo con orgullo que era 'cuestión de empezar bien el día'."

Participar fervientemente en un platito de cebiche en el mercado, sabiendo que después viene la temida batalla digestiva, pero vale la pena por cada mordisco.

"Cholo, estuve bregando ayer con ese cebiche bien ricotón, y aunque estuve pegado al trono toda la tarde, valió la pena cada bocadito."

Intentar cantar las letras del tango en un karaoke, con la pasión desbordante de un amante despechado que siente cada verso como si fuese un puñal al corazón.

"Estuve bregando toda la noche en el karaoke con 'Nostalgias', entre tragos y llantos, como si Gardel mismo estuviera tomando un fernet a mi lado."

Lidiar con una situación complicada, como sobrevivir al tráfico en la glorieta del pueblo un viernes por la tarde, con meriendas y música a todo volumen para no volverse loco.

"Estaba bregando en la tontería de doblar en la glorieta y parecía que hasta los semáforos querían unirse al tapón."

Quejarse intensamente durante una mascletà por el ruido ensordecedor, mientras secretamente amas el caos y vuelves cada año a disfrutar lo mismo.

"Ahí estaba Pepe, bregando durante la mascletà como si no pudiera aguantarlo, pero lleva más petardos en la mochila que un ninot tardío."

Ir de pintxos con el objetivo decidido de encontrar el mejor bacalao, pero paso a paso terminas subiendo por una escala culinaria absurda que acaba en algas fritas y mousse de pimientos.

"Ay, la cuadrilla, que al final de ir bregando entre tabernas por buena angula, nos encontramos comiendo una espuma de setas raruna y riendo como críos."

Participar en debates acalorados e intensos en una terraza sobre quién hace la mejor tortilla española, sin tener ni idea de cómo cocinar uno mismo.

"Ayer estuve bregando con mis colegas en la plaza dos horas discutiendo si con o sin cebolla; ni puta idea, pero a ver quién me hacía callar."

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