Se dice cuando vas tan torpe y despistado que parece que el universo te tiene manía. Todo se te cae, te tropiezas, metes la pata hablando y sientes que estás más perdido que un pulpo en un garaje. Es la forma cántabra de resumir esos días tontos en los que mejor no tocar nada importante.
"Tío, hoy tengo el día del pulpo: se me ha caído el café, he perdido las llaves y casi me subo al bus equivocado camino a curro."