Se usa cuando alguien se queda callado de golpe, sin saber qué contestar ni cómo reaccionar ante algo que le pilla fuera de juego. Es ese momento incómodo en que abres la boca y no sale nada, solo cara de póker. A veces da risa, a veces da penica, pero la expresión tiene bastante gracia.
"Le solté que sabía lo de sus mensajes a la profe y el pana se quedó piquito, mirando al techo como si ahí estuvieran las respuestas del universo."