Este es el grito chapín de exasperación por excelencia, súper versátil y bien sonoro. Sirve para el enojo, la sorpresa, el susto o simplemente para desahogarse sin decir una grosería más pesada. Es casi un género en sí mismo y, la verdad, queda perfecto cuando ya no hallás qué más decir.
"Vos, cuando miré que el perro se comió los tamales del recalentado del 24, solo me salió decir ¡ah, la gran púchica!, casi me da algo ahí mismo en la cocina"