Se usa cuando algo te deja tan sorprendido que literalmente se te cae la mandíbula del susto o del chisme. Es como quedarse pasmado, boquiabierto, sin saber qué decir. Muy típica cuando sueltan una bomba de información y tú solo puedes quedarte ahí con la quijada tumbada, procesando la vaina.
"Chamo, cuando vi a la ex de Carlos llegando a la fiesta con el jefe del banco, se me tumbó la quijada y casi boto la cerveza del susto."