En el mercado callejero, 'tumbar' es ese arte cundiboyacense de cobrarte más de la cuenta, porque si no regateas, es casi como pedir pagar más sin que te des cuenta.

"¡Uy! En la plaza me tumbaron con el precio del aguacate. ¡Me lo dejaron como si fuera oro!"

En la tierra del Misti, tumbar no es solo derribar algo, también es dejar a la gente impresionada con tu labia, tu talento o tu pinta. Es como decir que los dejaste en shock, que los desarmaste con tu flow. Suena fuerte, pero en el día a día es más bien un cumplido, y la verdad es que tiene bastante estilo.

"Ayer en la juerga tumbé a todos con mi salsa brava, hasta el DJ se quedó pasmado y mis patas no paraban de gritar que ya parecía profesional"

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