Se usa para hablar de alguien que repite lo mismo una y otra vez, pero de forma tan pesada y confusa que ya ni se le entiende bien. Como si fuera un loro medio afónico que no articula nada claro. Sirve para quejarse de discursos eternos y explicaciones que solo marean la perdiz.
"El profe se puso a explicar la fotocopia mal impresa y estuvo repitiendo como loro resfriado media hora, y al final todos seguimos igual de perdidos que al principio."