En Santa Cruz se usa para referirse a un niño travieso, inquieto y medio terremoto, casi siempre con cariño. Es ese mocoso que no para quieto, arma lío donde va y aun así cae bien. A veces suena a regaño suave, pero en el fondo lleva mucho afecto escondido, como diciendo este enano es un desastre, pero es nuestro desastre.
"Che, ese mocollón de tu hijo no ha parado en toda la tarde, ya hizo guerra de agua en la sala y encima le echó refresco al perro."