En Meta se usa para hablar de ese trago o cerveza sorpresa que te regalan en la tienda o en el bar de confianza, como un detallito inesperado que alegra el bolsillo y el corazón. Es el clásico gesto del tendero buena onda que sabe que con un milagrito se arma la tertulia, aunque uno ande más pelado que nunca.

"Parce, llegué sin un peso al estanco y el man me dijo que hoy había milagrito, y pum, me sirvió un aguardientico que me revivió hasta las ganas de bailar llanero"

Así le dicen al trago de última hora en las fiestas, ese que te anima cuando ya estabas a punto de caerte del sueño.

"Ya me estaba quedando dormido pero un milagrito más y regreso a la pista a darlo todo."

Forma cariñosa y medio en broma de hablar de esos pequeños sucesos improbables que salen justo como querías, sobre todo cuando venías con toda la mala racha encima. En Salta se usa para exagerar un poco la suerte, como diciendo que hasta el santo se apiadó. Y la verdad, cuando pasa un milagrito así, se festeja con mate o con vino.

"Che, llegué tarde, sin un mango y encima ligué el último bondi vacío hasta la punta del cerro... eso fue un milagrito salteño, loco."

Se usa para hablar de esos favores o golpes de suerte chiquitos pero poderosos que te arreglan el día cuando ya dabas todo por perdido. No es un milagro épico, es un detallito del universo que te hace sonreír y decir que todavía hay esperanza, aunque sea poquita.

"Vos, hoy sí me cayó un milagrito, iba sin un cinco para el pasaje y de la nada me devolvieron un billete que ni sabía que había perdido."

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