Se dice cuando alguien va de un lado para otro sin rumbo, dando vueltas, moviéndose mucho pero sin hacer nada realmente útil. Es como estar todo el día en la calle, sudando la gota gorda, y al final no tener nada que enseñar. Suena gracioso, pero también es un pequeño tirón de orejas cariñoso.
"Mira a Juan, desde la mañana haciendo kalakala por el barrio y al final ni compró el pan ni arregló lo de la luz en casa."