En Anzoátegui un lengüetazo es un halago exagerado, una adulación bien empalagosa para caerle bien a alguien o ganarse un favor. Es como lamer botas pero en versión tropical y hablada, con sonrisita incluida. A veces da risa de lo descarado que suena, pero también hay quien lo usa como estrategia de supervivencia laboral.
"Chamo, viste a Luis lanzándole tremendo lengüetazo al jefe, diciéndole que sin él la empresa se va a la quiebra, y el tipo ni sabe prender la cafetera"