Se usa para hablar de ese regaño bravo que te mete tu mamá o tu papá cuando ya se mamaron de tus cagadas, casi siempre con la chancleta en la mano lista para despegar. No siempre implica que te peguen, pero sí que te sueltan un sermón de esos que te dejan quietecito. Y la verdad, a veces hasta hace falta.
"Hermano, llegué a las tres de la mañana todo prendido y al otro día me tocó leer la chancleta con mi mamá, me tenía haciendo oficio hasta en la azotea."