Expresión muy de abuelitas y tías llaneras para agradecer cualquier favor, desde pasarle el control hasta cargarle el bulto del mercado. Suena dulce, cercana y con mucho cariño, aunque a veces venga acompañada de un regañito suave para que no te agrandes. Es como un abrazo verbal con olor a café recién colado y arepitas en el fogón.
"Gracias, mijo, por venir a ayudarme con la vuelta al pueblo, pero no se me me vaya a creer mucho que todavía no sabe ni pelar una yuca sin hacer reguero en la cocina"