Se usa para hablar de una liada tan gorda que parece casi de chiste, como si todo se hubiera ido de las manos a lo bestia. Puede ser una fiesta descontrolada, un drama épico o un caos monumental. Es de esas palabras que ya suenan exageradas, y hay que admitir que tiene bastante gracia usarla.
"Tío, anoche en el botellón del parque se montó una fabiada tremenda, acabamos en casa del vecino tocando el timbre a las cinco de la mañana"