Es ese momento mágico en el que, después de varios cocteles en la playa, se te sube todo de golpe y te crees la sensación del antro más fresa de la Riviera Maya. De pronto bailas, cantas, mandas mensajes imprudentes y juras que todo está bajo control. Y la neta, verlo en otros es todavía más divertido.
"No manches, a Carla le pegó el efecto coctelero en Playa del Carmen y acabó bailando reguetón con el mesero, abrazando la bocina y gritando que era la reina del Caribe mexicano."