Se usa cuando alguien agarra un cuento normalito y le mete drama extra para que suene más sabroso. Es como inflar el chisme, añadir detalles dudosos y ponerle picante para que todo el mundo se quede pegado escuchando. No siempre es malintencionado, pero sí es bien novelero, de esos que uno escucha con gusto aunque sepa que está medio exagerado.
"María contó lo de la fiesta como si hubiera llegado la policía, los bomberos y la NASA, pero todos sabíamos que estaba echando leña pa’ que el chisme sonara más sabroso."
En Áncash, cuando alguien echa leña es porque mete cizaña en una bronca, aviva el chisme y hace que el problema se ponga más bravo. No ayuda a calmar las aguas, más bien disfruta viendo cómo todo se incendia un poquito más. Es como el clásico que no pelea, pero le encanta ver el show desde la tribuna.
"Oye, ya fue, deja de echar leña en el chongo de la vecina con su ex, que la doña ya está a punto de botarle la ropa por la ventana del tercer piso."