Se usa cuando una reunión tranqui se convierte en tremendo tonazo, con más gente de la cuenta, música a todo volumen y cero control. Es como decir que la fiesta se desbordó y terminó siendo un desmadre épico. En Trujillo suena muy natural, y hay que admitir que cuando la armas en castillo, las anécdotas sobran.
"Pensábamos hacer una chelita piola en la sala, pero cayó medio barrio con parlantes, cajón y hasta DJ improvisado, y al final la armamos en castillo hasta que vino el serenazgo"