Para los ayseninos, andar a lo piquillín es ir medio perdido, distraído, como sin brújula. Sales con una idea clara y terminas en cualquier otra parte, conversando, vitrineando o puro webiando por ahí. Es muy del sur, bien relajado, y la verdad es que tiene su encanto cuando no hay tanta prisa.
"Juanito salió a lo piquillín a buscar su billetera al centro y terminó tomando mate con sopaipillas donde la vecina, más perdido que la cresta pero feliz de la vida."