En Cusco se usa para hablar de alguien que parece imán de la suerte, ya sea buena o mala, según cómo venga la mano. Puede ser el pata que siempre gana en las cartas o el que llega y se malogra todo. Es como decir que la persona es un amuleto viviente, pero a veces más salado que ceviche sin limón.
"No invites a Paco al trekking, causa, cada vez que viene se cae alguien o llueve granizo, ese pata es más yonca que gato negro en Viernes Santo."
En Bolivia se usa yonca para hablar de alguien ya mayorcito, medio veterano, que quiere seguir el ritmo como si tuviera veinte. No es un insulto duro, pero sí tiene su toque de burla cariñosa, como decirle al tío fiestero que ya está para ponerse pantuflas. Y hay que admitir que la palabra suena bastante graciosa.
"Ese don Juan sigue yendo a la disco con camisa brillosa y cadenas de oro, pero ya está bien yonca, las peladas solo lo ven como el tío que las lleva en taxi."