Se usa cuando alguien intenta colarte una historia que huele a chamusquina, como si te quisiera endosar un producto viejo y cutre disfrazado de ganga. Es como vender humo, pero con más mala leche y cachondeo. Básicamente, no te fías nada de lo que te está contando, y con razón, porque suena a timo clásico.
"Ayer vino el cuñado a casa a vendernos la burra rancia con un negocio piramidal de criptos raras y acabamos llorando de la risa mientras él sacaba diapositivas en PowerPoint."