Es ese momento glorioso después de comer en Misiones cuando nadie se levanta de la mesa porque empieza la ronda eterna de mate, chismes del barrio, anécdotas de la chacra y debates sobre fútbol y política. La comida ya fue, pero la charla se estira como chicle y siempre aparece alguien con chipitas o torta frita. Es casi una religión.
"Hicimos un guiso a mediodía y la sobremesa misionera se nos fue de las manos, terminamos a las tres de la tarde todavía con el termo lleno, hablando de la cosecha, del vecino metido y planeando otro asado para el finde"