Se usa para decir que alguien anda muy creído, bien alzado, presumiendo de lo que hace o de lo que tiene, aunque en realidad tampoco sea para tanto. Es como cuando uno se siente la última Coca-Cola del desierto por cualquier cosita. Suena medio burlón, pero también con cariño, según el tono. Y hay que admitir que tiene su gracia.
"Desde que ganó el concurso de comer tacos, Juanito anda muy chicho, ya hasta quiere dar clases de cómo tragar sin masticar en la feria del pueblo."