Se dice cuando alguien está consumido por la envidia, tan picado que casi se muerde a sí mismo de la rabia. Es como si la envidia le estuviera royendo por dentro poco a poco, cual ratilla ansiosa. No es muy elegante, pero hay que admitir que la imagen es bastante gráfica y tiene su gracia negra.
"Desde que vio el cochazo que me he pillado, el vecino está que se roe los codos cada vez que aparco y le mete más ruido al suyo pa disimular la envidia."