Se usa cuando alguien se queda con parte del cambio de una compra o de un mandado sin decir nada, como si hubiera secuestrado esos bolívares para su propio bolsillo. Es muy de chamo vivo que ve el vuelto y piensa que es recompensa automática. Suena medio malandro, pero también tiene su picardía criolla, hay que admitirlo.
"Mi tía me mandó a comprar harina y café, y yo rapté un vuelto para comprarme una malta y unas empanadas en la esquina, pero si mi mamá se entera me arma un rollo brutal."