Golpe fuerte o caída aparatosa que te agarra desprevenido y te deja pagando. Se usa cuando te vas de trompa contra el piso o contra algo, bien ridículo, mientras todo el mundo se ríe. Es ese porrazo que después contás entre amigos y te cagás de risa, aunque en el momento casi lloraste.

"Venía canchero mirando historias en el celu, pisé mal la vereda rota y me pegué un ramplimazo que hasta el colectivero frenó para reírse."

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