Se usa cuando algo se vuelve un despelote total, una situación toda enredada que se salió de las manos y uno ya no sabe si reírse o llorar. Sirve mucho al contar chismes o anécdotas locas, cuando todo termina siendo un caos sabroso. Es como decir qué lío tan bravo, pero con sabor bien tolimense y más carcajada.
"Marica, fuimos por una pola tranquila y terminamos con la policía, el vecino chismoso grabando y el perro del barrio metido en la casa. ¡Qué torre!"