Se usa en Asturias para hablar de alguien muy movido, nervioso o trasto, normalmente críos que no paran quietos ni un segundo. También puede decirse con cariño cuando un guaje está todo el día liándola pero sin mala intención. Es de esas palabras que suenan a abuela en bata vigilando desde la ventana, y la verdad es que tiene bastante encanto.

"Llevé al guaje al parque y entre columpios, tobogán y correr detrás de las palomas, acabé reventado yo y él tan fresco, qué rabizu tiene el condenao"

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