Se usa para burlarse con cariño de alguien que se siente muy fino y delicado en pleno ambiente rústico, selva o rancho. Es esa persona que va al monte pero no suelta el café frío caro, se queja de los mosquitos y le da cosa sentarse en una piedra. Y hay que admitir que a veces da risa ver tanta payasada.
"Mirá nomás a la princesa de monte, vino a la milpa con tenis blancos, repelente carísimo y ya anda chillando porque una hoja le rozó el brazo."