Se usa cuando alguien se queda dormido tan profundo que parece que lo hubieran desconectado del mundo. No oye timbres, ni gritos, ni el camión del gas pasando a todo volumen. Es ese sueño pesado después de una paliza de cansancio, que uno lo ve y dice que está más para velorio que para siesta, pero con cariño, claro.
"Hermano, ayer llegué del trabajo, pegué la rosca en la cama y ni los gritos de mi mamá, ni el reguetón del vecino, ni los perros ladrando lograron levantarme."