Expresión cántabra que se usa cuando te quedas charlando horas y horas, sin prisa ninguna, con la taza o el vaso delante que casi ni tocas. Es ese momento en que el tiempo vuela, la conversación se lía y la bebida es solo la excusa para seguir pegado a la mesa. Y oye, tiene su encanto.
"Íbamos a tomar un café rápido en la plaza y acabamos pegando la jarra toda la tarde, rajando de la cuadrilla y planeando las fiestas como si no hubiera mañana"