Se usa para decir que alguien se quedó dormido de golpe, como apagado, casi siempre en un lugar donde no debería estar durmiendo. Es muy típica después de la calentaíta del almuerzo, cuando el cuerpo pide cama y uno está es en clase o en el trabajo. Es como un mini apagón involuntario que da mucha risa cuando le pasa a otro.
"Parce, ese ajiaco me dejó doblado, pegué el lamparazo en la reunión y cuando desperté ya estaban repartiendo tareas y yo ni idea de qué hablaron"