Se usa cuando te cuentan un cahuín tan bueno que casi te explota la cabeza, como si hubieras escuchado al mismísimo diablo metiendo boche. Es para chismes sabrosos, secretos pesados o cagadas épicas de alguien. No es literal, obvio, pero suena tan dramático que da gusto decirlo en medio del copuchenteo.
"Compadre, oí al diablo, la vecina pilló al marido con la amante en el auto afuera del mall y armó medio show en el estacionamiento"