En Trujillo, mascota no es el perro ni el gato, es esa señora del barrio que no se pierde una sola fiesta. Siempre está en la pista, bien arreglada, con chisme fresco y más energía que un chibolo con juguete nuevo. Es casi parte del decorado de las reuniones, pero en versión humana y bien rumbera, y hay que admitir que tiene su encanto.
"Oye, compadre, ayer en el tono de la cuadra la mascota llegó primero, se pidió su chelita, se adueñó de la pista con su marinera y terminó haciendo zapateo hasta que salió el sol."