Expresión utilizada para advertir o regañar a alguien, dejándole claro lo que debe hacer o cambiar.
"Cuando no lavó los platos, su mamá le leyó la cartilla bien clarito: '¡Aquí se viene a colaborar, no a descansar!'"
Cuando alguien te dice una verdad bien dura, como tu mamá regañándote por llegar tarde. Es como recibir un sermón súper intenso.
"Ayer llegué a casa a las 3 a.m. y mi abuela me leyó la cartilla; casi se me olvida cómo se cierra la puerta."
Se usa cuando alguien te echa una buena bronca, de esas que te dejan clarito qué has hecho mal y qué no puedes volver a hacer. Es como una charla seria con tono de regaño, donde te ponen los puntos sobre las íes. No siempre es con gritos, pero sí con autoridad, y suele cortar el rollo bastante.
"Volví a casa a las cuatro de la mañana sin avisar y mi madre me leyó la cartilla nada más abrir la puerta, casi me hace un informe detallado de mis pecados."
Frase típica para referirse a cuando alguien le da una reprimenda o regaño bien merecido a otro por su mal comportamiento.
"Después del desastre en la fiesta, mi mamá me leyó la cartilla y ahora estoy sin celular por un mes."
Regañar a alguien diciéndole sus verdades de manera directa, como un sermón, cuando ha cometido un error o se ha portado mal.
"Cuando llegó tarde y sin avisar, su mamá le leyó la cartilla tan fuerte que hasta los vecinos se enteraron."
Expresión usada cuando alguien te pega una regañada seria, de esas que te sientan y te explican punto por punto en qué la cagaste. Es como un jalón de orejas bien estructurado, con todo el sermón incluido. No siempre gusta, pero toca aguantárselo porque casi siempre uno sí metió la pata duro.
"Llegué a las tres de la mañana todo entonado y al otro día mi mamá me leyó la cartilla tan sabroso que hasta el perro se fue a esconder debajo de la cama."