Se dice cuando alguien lleva una vida tranquila, sin prisas ni agobios, como el pastor que se pasa el día entre ovejas, campo y aire fresco. Curra lo justo, disfruta mucho y no se complica la cabeza con estrés urbano ni horarios locos. Vamos, una vida sencilla pero bastante envidiable, para qué negarlo.
"Desde que Pepe dejó la fábrica en la capital, está haciendo la vida del pastor, se levanta tarde, da cuatro vueltas por el campo con las ovejas y luego se tira la tarde en el bar del pueblo jugando al mus."