En Santander guarilaque es esa comilona bien grasosa, llena de fritanga, chorizo, arepa, papa y todo lo que el cardiólogo odia pero el corazón ama. Es la típica bomba calórica que te comes de noche y luego quedas arrepentido, pero feliz. Y la verdad, negar que sabe brutal sería mentir descaradamente.

"Parce, anoche nos metimos tremendo guarilaque en el puesto de la esquina y hoy ando con la barriga a reventar, pero qué vaina tan sabrosa, repetiría sin pensarlo."

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