Se usa para hablar de gastar plata sin miedo, como quien abre la billetera y deja que las monedas vuelen por todos lados. Es derrochar con alegría, sin estar contando cada sol, típico cuando uno cobra, se emociona y decide invitar, comer rico o darse algún gustito. Y oye, a veces hace falta gastar latas para olvidar las penas.
"He cobrado mi gratificación, así que hoy vamos al mercado a gastar latas, comemos ceviche, chicharrón, nos tomamos unas chelas y luego ya veremos cómo llegamos a casa."