Se usa para describir a la persona que agarra un tema y no lo suelta, habla y habla con una emoción brutal, pero a nadie más le importa. Es como una llave de agua dañada de pura labia, que no cierra nunca. A veces hace gracia, pero también provoca ganas de esconderse debajo de la mesa.
"Chamo, Pedro está en fuengarrote otra vez con sus historias del videojuego, lleva media hora hablando solo y hasta el perro se fue pa' la cocina a ver si se salva."